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Como afirmaba aquél: soy como dicen los demás que soy, como piensan los demás que soy y como me ven los demás; pero, ante todo, soy como yo quiero ser.

¿Qué nos cuentas del nuevo año?

sábado, 16 de enero de 2010

YO FUI ADICTO, LO CONFIESO

Desde el bar que hay al lado justo de mi casa he escuchado esta tarde gritos, voces, ruidos, portazos, exclamaciones de todo tipo, blasfemias, insultos y similares manifestaciones degradantes que provenían de bocas de todo tipo: hombres y mujeres, jóvenes y mayores, españoles y extranjeros. Por descontado que el ir y venir de bebidas y tabaco era más constante aún que el vocerío general.
He dejado de hacer lo que estaba haciendo en ese momento, y me he puesto a pensar en toda esa gente que, emborrachada física y mentalmente, no daban abasto a tantas manifestaciones vocingleras y exageradas, repelentes la mayoría de las veces.
Y después me he dado gracias a mí mismo porque supe aprender de la vida la enseñanza más valiosa que ésta nos da: no sigas una práctica que te haga daño. Porque recuerdo que, no hace muchos años (incluso podría decir meses) yo era -en mayor o menor medida- uno de esos adictos al fútbol y al ambiente que conlleva; no me perdía un partido de mi equipo, no dormía cuando el equipo padecía una catástrofe deportiva, recorría kilómetros en coche o en tren para ver a mi equipo, pagaba por ver los partidos y leía prensa deportiva diariamente.
Hoy, afortunadamente, ese tiempo se lo dedico a mis familia, a mis amigos y a realizar las actividades intelectuales que más me agradan.
No deja de darme un poco de lástima toda esa gente enganchada, sobre todo por lo poco que obtienen a cambio de su incondicional fidelidad. Sin embargo, me siento feliz de haberme desenganchado yo porque, viendo lo que ellos pierden, veo lo que yo he ganado.
Eso sí, con la boca pequeña sigo deseando que mi equipo gane cada vez que juega.

viernes, 8 de enero de 2010

Los jueces podrán cerrar webs. ¡viva!

¿Que lo del pluriempleo está mal? ¡Que se lo digan a los jueces, que desde ahora podrán dedicarse a cerrar webs (piratas, eso sí). Tendremos servicio de cerrajería 24 horas al día y con un máximo de 4 para cumplimentar la faena. ¿Quién dijo que España está en crisis habiendo oportunidades para todos? Pues, ¿quièn va a ser?. los de siempre: los antigubernamentales, los insatisfechos, los envidiosos en definitiva.

Mi tío Aquilino, al que -por culpa de las recientes nevadas- he visitado "forzosamente" hoy en Teruel (la que, por fin, también existe), me comentaba sobre este tema que "'¡hay que ver cómo han cambiado los tiempos, zagal!, la de años que nos costó a nosotros hacernos notar en España, y los de las webes en poco tiempo se han hecho los amos del mundo". "Sí, tío, es verdad -le he dicho yo-; pero es el progreso".

El tío Aquilino (que fue pastor años ha y tiene los sentidos muy agudizados) me ha mirado de reojo, frunciendo el ceño y algo asombrado. Y, mientras hablábamos sentados en el poyo de la casa, las manos apoyadas en un desgastado garrote, él iba perdiéndose en sus pensamientos nonagenarios, contemplando la yerma llanura -hoy nevada- que se extiende alrededor del pueblo y musitando cabizbajo: "¿por qué no se dan tanta prisa los jueces en aclarar los casos de terrorismo, que la gente se les sale de la cárcel por falta de sentencia? Y ¿por qué tardan años en aclarar las denuncias de la gente corriente y en poner remedio a sus problemas? ¿Y qué pasa con los piratas de verdad, esos que secuestran barcos en la mar? Pa eso necesitan no 4 días, sino 4 semanas.Y en los casos de maltrato, ¿cuánto tardan, zagal?  Entonces, de repente, se ha erguido tan rápido como le permite su artritis, me ha mirado directamente a los ojos, y me ha preguntado: "Aquí, ¿cómo se establecen las prioridades?"

Mi tío Aquilino no esperaba una respuesta a esas preguntas. Supongo que él ya las conoce. Lo que yo no sé es lo que piensan de esto los gobernantes, ni los propios jueces. Sobre todo, lo que no sé es si todos ellos saben lo listo y perspicaz que es mi tío Aquilino.

miércoles, 6 de enero de 2010

El Niño no era tan pequeño

Hoy, 6 de enero, se ha vuelto a celebrar el Sorteo del Niño, un sorteo tradicional y apetecible se mire por donde se mire: tradicional por los años que lleva en la brecha llenando las arcas estatales y agujereando muchos bolsillos nada más empezar el año, y apetecible porque a él se enganchan los desafortunados del Sorteo de Navidad en un desesperado intento de paliar su mala fortuna navideña. Para postre, este año tenemos que incluir el aliciente de la miseria económica que arrastra a este país desde el estallido "oficial" de una crisis económica que, en época pre-electoral, era negada por activa y por pasiva por quienes ahora ostentan el poder político.

No obstante, esto es lo de menos. Lo más importante es que este Niño no ha venido al mundo ni descalzo ni desnudo, ni siquiera sin su pan bajo el brazo. Este Niño ha venido cargado de perras (de pasta, de guita, de money, de euros en definitiva). Ha sido un extra de Reyes para muchas personas, pero no para las suficientes; porque, para la mayoría de los habitantes del país, su economía seguirá siendo, mañana, tan mísera como lo era ayer antes del Sorteo de marras.

El premio ha sido generoso, como lo son todos los premios gordos -u obesos- que se dan en España: las pedreas contentarán a un puñado de gente que también había depositado -con el importe del boleto- un sinffín de ilusiones semi frustradas; pero las pedradas, que son las auténticas protagonistas de estos juegos de azar, son las que recibirá la inmensa mayoría de los que invirtieron y no han obtenido recompensa alguna por su inversión. En estos últimos casos (es la tragedia de la vida), el Niño ha sido un aborto al estilo de la ley moderna recién aprobada: no hay que ser mayor de edad para sufrirlo y tampoco tienen que dar cuentas a nadie.

Lo más gracioso de todo esto es que el padre de la criatura ha sido el mayor beneficiado: dado que a esta criaturita que ha nacido hoy casi nadie la quería, el Estado se quedará con la práctica totalidad de la patria potestad, con el nombre y los apellidos y con casi todo el Niño que -ojo al dato- supone casi el 90% de la asistencia pre y post-parto de una criaturita que apenas tenía pañales ni padrinos horas antes de su venida al mundo. ¡Ironías de la vida! En este caso, el Gobierno tampoco puede hablar de crisis porque el Niño le ha traído un pan de a kilo bajo el sobaco. ¡Los hay con suerte!

Y el resto, a esperar otras oportunidades, a seguir buscando trabajo o a esperar que el enriquecido Gobierno se saque de la chistera un remedio para las miserias que nos aquejan en forma de conejos laborales o de palomas con ayudas económicas para familias desempleadas. Porque hasta dentro de 12 meses -no 9 como suele ser un embarazo normal- no volvemos a la sala de partos.